Para Graciela
Desde que en 2005 vi por primera vez un cuadro de Isabel Guerra, he procurado seguir su trayectoria artística fascinada por su habilidad innata para plasmar un pensamiento en sus lienzos. La pintora de la luz como la llaman nació en Madrid en 1947, hija única muy deseada pues sus padres tardaron 10 años en concebirla, despertó a la vocación artística a los 12 años casi al mismo tiempo que a la vocación religiosa. Ingresó en el Monasterio cisterciense de Santa Lucía en Zaragoza a los 23 años y desde entonces su arte se ha centrado en plasmar todo el amor que siente por la vida con tal realismo, que transporta al observador al mundo de luz que la envuelve.
Ella dice que busca en cada cuadro la belleza, la luz, la bondad, la verdad y la hermosura con mayúsculas. Cada cuadro tiene su propia historia, su vida y en cada uno pone todo su corazón.
Miembro de honor de la real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo y de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis, su cuadros se cotizan entre 2.000 y 10.000 € y suele exponer cada dos o tres años para deleite de todos nosotros.
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