domingo, 19 de febrero de 2012

Pildorillas Científicas, Años Bisiestos

Los años bisiestos existen porque la Tierra no tarda exactamente 365 días en dar una vuelta al Sol, tarda 365 días y cuarto, así que cada 4 años añadimos un día completo al calendario para compensarlo, el 29 de febrero.


Pero no queda ahí la cosa. Esta regla se cumple siempre y cuando el año en cuestión sea múltiplo de 4 y no lo sea de 100, excepto que lo sea de 400. Así que el año 2.000 no debería haber sido bisiesto a pesar de que le tocaba, pero al ser divisible por 400, sí lo fue. Esto es debido a que una vuelta alrededor del Sol no dura exactamente 365 días y cuarto, sino que son exactamente 365,242198 días, es decir, su regla aproximada sería 365 días +1/4 -1/100 +1/400 = 365,2425 días. Incluso así, y a pesar de que cada 400 años nos saltemos tres años bisiestos, esta aproximación acabará acumulando un desfase con los milenios y tarde o temprano tendremos que hacer un ajuste, tal y como hizo el papa Gregorio en la edad media.

El papa Gregorio XIII, asesorado por el astrónomo jesuita Christopher Clavius, promulgó la bula Inter gravísimas el 24 de febrero de 1582, en la que establecía que tras el jueves 4 de octubre de 1582 seguiría el viernes 15 de octubre de 1582.


Con la eliminación de estos diez días desaparecía el desfase con el año solar, ya que al parecer las estaciones estaban cambiando de meses a ojos vistas. Para que no volviera a ocurrir, en el nuevo calendario se eliminaron tres años bisiestos cada cuatro siglos. Así que, el 4 de octubre de 1582 fue el último día del calendario juliano y el 15 de octubre de 1582 constituyó el primer día del calendario gregoriano. Por tal razón, no existieron las fechas del 5 de octubre de 1582 al 14 de octubre de 1582.



sábado, 4 de febrero de 2012

Biblioteca Digital Mundial, un Compendio de la Cultura Humana

Sería fantástico que un día, en algún momento, toda la humanidad se uniera en el esfuerzo común de recopilar el legado cultural que nos ha hecho lo que somos. Cada documento, melodía, obra de arte, fórmula matemática o plano arquitectónico, ya sea una pintura rupestre de nuestros orígenes o la más moderna composición artística. Pero vivimos días extraños. Nunca estuvieron tan cerca los países, ni tan a mano, pero la era digital está llena de contradicciones. Pone a nuestra disposición el conocimiento sin fronteras y al mismo tiempo nos dice que compartir nuestra cultura está mal. Incierto es el futuro en este tiempo de cambio, pero quizás, entre tanto despropósito, aún podamos encontrar iniciativas que nos devuelvan un poco de esperanza y de cordura.


Fue en 2005 cuando la biblioteca del Congreso de los EEUU propuso a la UNESCO la creación de una Biblioteca Digital Mundial que contuviera con el tiempo, lo más relevante de la cultura humana. Algo así como la Bibliotheca Alexandrina, construida en las costas de Egipto en conmemoración a la tristemente desaparecida Biblioteca de Alejandría, pero en formato digital.  Por supuesto, debía ser de libre acceso y en el mayor número posible de idiomas, y la UNESCO aceptó la idea de buen grado. Hicieron falta dos años para que La Biblioteca del Congreso y cinco instituciones asociadas presentaran un prototipo de la futura Biblioteca. Y finalmente en 2009, fue desarrollada y lanzada al público internacional de la red.


La premisa de la Biblioteca es muy clara:

La Biblioteca Digital Mundial pondrá a disposición en Internet, de manera gratuita y en formato multilingüe, importantes materiales fundamentales de culturas de todo el mundo, incluyendo manuscritos, mapas, libros poco comunes, partituras musicales, grabaciones, películas, grabados, fotografías, dibujos arquitectónicos y más. Los objetivos de la Biblioteca Digital Mundial son promover el entendimiento y la conciencia internacional e intercultural, facilitar recursos a los educadores, ampliar el contenido no-inglés y no-occidental así como la cantidad y la variedad de contenidos culturales en Internet, colaborar con la investigación académica, Facilitando recursos a los educadores, estudiosos y el público en general. Y permitir a las instituciones asociadas reducir la distancia digital dentro de y entre los países.


En estos momentos la Biblioteca cuenta con un total de 137 socios colaboradores, entre los que se cuentan las más prestigiosas bibliotecas del mundo, museos, universidades, institutos y archivos. Y recibe apoyo financiero de los más diversos mecenas, Google, La Fundación Qatar, La Corporación Carnegie de Nueva York, La Universidad de Ciencia y Tecnología King Abdullah de Arabia Saudí o Microsoft, entre otros.

Poco a poco la biblioteca ha ido incluyendo contenido y desde su inauguración en 2009 ha llegado a recopilar 4.619 archivos accesibles en árabe, chino, español, inglés, francés, portugués y ruso. Una de las características más impresionantes de la Biblioteca Digital Mundial son las descripciones de cada artículo, que responden a las preguntas: "¿Qué es este artículo y por qué es importante? Esta información, escrita por conservadores y otros expertos, proporciona un contexto esencial para los usuarios y está diseñada para despertar la curiosidad de los estudiantes y del público general de querer aprender más acerca del patrimonio cultural de todos los países.


Quizás entre las obras completas de Galileo Galilei escritas de su puño y letra y las Cartas Náuticas del Mediterráneo de 1553, hecho de menos las bandas sonoras del mejor cine de los últimos años o los documentales más recientes sobre el Universo que nos rodea, pero no me cabe duda de que la Biblioteca Digital Mundial es un claro ejemplo de cómo se debe tratar la cultura, al fin y al cabo nuestro patrimonio, el de toda la humanidad.